viernes, 12 de mayo de 2017

LA TOLITA DE ORÍGEN KITU-CARA CONVIVIENDO CON EL PUEBLO


Tola de Orígen Kitu-Cara (Invierno)
Etimológicamente tola se deriva de “tolla” (terreno húmedo que se mueve al pisarlo), de esta derivación usamos la palabra atollar, con significado de atascarse en el lodo. En la historia del Reino de Quito, el etnohistoriador Costales menciona que en la cultura Kitu-Cara “cargaban encima tanta piedra y tierra que formaban una pequeña montaña llamada tola”, mismas que se localizan por todo el país, pero por su origen en mayor proporción en las provincias de Imbabura y Pichincha. Las tolas se formaban en grupos aislados y en diferentes tamaños, las más pequeñas solían medir un promedio de diez metros de diámetro por tres metros de alto, las más grandes alcanzaban dimensiones de 100 metros de longitud por unos 30 metros de altura y 210 metros de largo de rampa. Las tolas hemisféricas pequeñas eran monumentos funerarios, su presencia indicaba que ahí habían enterrado a un personaje con relevancia política, social o religiosa.


Tola de Orígen Kitu-Cara (Verano)
Las tolas tenían dos formas básicas, la una de origen Kitu con una fosa cavada y taponada con piedra laja, para luego acumular tierra y formar un montículo artificial lo suficientemente grande para honrar la memoria de sus muertos; la segunda de origen Cara, a ras del suelo donde se construía una especie de horno o bóveda de cangahua o piedra, que luego era cubierta por tierra hasta dejarla de forma redonda o alargada según el propósito. En un artículo de “Las sociedades preincaicas del Ecuador” de 1931, se enaltece la porfía del capitán caranqui Pintag, contra los invasores incas, en cuya memoria parece se levantó la última tola sin cuerpo presente que está en el centro poblado de Pifo. Se puede deducir que la tola convivió con el pueblo, quien mantuvo respeto hacia esta y la conservó en perfecto estado desde épocas preincaicas, sin que se la haya destruido como en la mayoría de casos en el resto de las regiones. Bibliográficamente la tola aparece a través de la historia de Pifo, como parte de su paisaje. Así lo demuestran documentos de la época colonial en 1788, donde aparece en el Libro de Cargos y Descargos de la hacienda San Miguel de Pifo de propiedad de Diego Casamayor, textualmente dice que “se sembró trigo en el llano al pie de la tola”. Aparece en un mapa de Pifo en 1890, realizada por el padre jesuita Vásconez, residente del Colegio de La Concepción, entre las edificaciones importantes se distingue a la tola.

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